LA VERDADERA ORACIÓN ES UN RECONOCIMIENTO DE NUESTRA INSUFICIENCIA, Y ENTONCES RECONOCEMOS QUE SOLO DIOS PUEDE CAMBIARNOS.

"Pero el publicano, estando lejos, no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho, diciendo: “Dios, sé propicio a mí, pecador”. Os digo que éste descendió a su casa justificado antes que el otro, porque cualquiera que se enaltece será humillado y el que se humilla será enaltecido."

Lucas 18:13-14
 


¿No es obvio que la verdadera oración, la auténtica oración es una conciencia de nuestra necesidad indefensa? Este hombre se vio en el nivel más bajo en el que uno se puede ver, un pecador.

¿Cómo llegó a este sitio? Exactamente lo opuesto al fariseo del cual habló Jesús antes. No menospreció a otra persona, sino que miró a Dios. Juzgó hacia arriba, a Dios. No vio a nadie más que a Dios; no oyó nada más que el alto estándar de Dios: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente” (Mateo 22:37). “Señor, soy el pecador. Nunca seré mejor por mí mismo; soy simplemente un pecador”.


En este publicano también aprendemos que la verdadera oración es siempre un reconocimiento de la suficiencia divina. Nuestra ayuda debe ser en Dios. Este hombre no buscó ayuda en ningún otro sitio.

Incluso después de años de vida cristiana podemos empezar de nuevo y decir: “Señor, déjame contar con Tu fidelidad a mí; déjame contar con Tu disposición de estar en mí y de trabajar por medio de mí para hacer que mi vida sea todo lo que debiera ser”.


Ray Stedman


El fariseo no se "comparó" con el estándar de Dios, sino con un humano imperfecto, para no reconocerse pecador.

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Y SI HAGO TODO POR AMOR A DIOS?

PRACTICAR EL PECADO NO ES LO MISMO QUE PECAR.

GLORIFIQUEMOS A DIOS, SOBRE TODO CUANDO PASEMOS POR PRUEBAS.